miércoles, 19 de marzo de 2008


Estimado Mr. Buddy:

Le escribo estas líneas para comunicarle una preocupación que tengo respecto a su amigo King y de la cual no consigo liberarme. Hoy hace exactamente una semana que nuestra amiga común, la eficiente Dra. Constance Blizzard, decidió de "motu propio" trasladar a su casa a Mr. King una vez dada por concluida la cura de desintoxicación.
Debo confesarle que al principio me alegré de este hecho, pues el paciente, su amigo, me ha traído muchos quebraderos de cabeza y tenía pensado en derivarlo a un centro psiquiátrico, a más no tardar, en unos diez días.
La cura de desintoxicación ha concluido, sí, pero su amigo no mejora porque, según mi opinión profesional, sus alucinaciones tiene que ver más con una enfermedad mental que con la adicción a las drogas. Éstas, en todo caso, han contribuido a agravarla...
Le decía más arriba que me alegraba de que se hubiese ido pero que ya no. La razón es, porque, de un tiempo a esta parte, pienso en mi colaboradora, la pobre Dra. Blizzard. Y también pienso en el juramento hipocrático que hice. Y no puedo permitir que la situación se deterioré hasta un punto irreversible sin que haga nada para impedirlo como es mi deber.
Se lo diré sin rodeos, a su amigo está a punto de sobrevenirle una gran crisis. Una de la que es posible que no se recupere y no creo que Constance, la doctora Blizzard quiero decir, sea capaz de hacerle frente sola. Las reacciones de Mr. King pueden ser totalmente descontroladas, sus habituales alucinaciones sobre el FBI y los hombres de negro y demás patrañas que ha debido digerir por la televisión, no serán nada comparadas con la tormenta que puede estar apunto de desatarse en su mente. Temo, se lo digo sinceramente, por la integridad física de nuestra querida Constance, con la que hemos compartido tan buenos momentos, especialmente aquel día en que ambos coincidimos para cruzar nuestros palos en su campo de golf... pero, en fin esto no viene a cuento. Lo que le decía es que temo por su integridad física a manos de Mr King. Naturalmente no puedo hacer nada porque yo mismo firme su alta médica y no podría justificar ahora un dictamen en sentido contrario. Sin embargo usted sí. Tengo entendido que está de gira y que está finalizará el sábado en Austin, ¿no es así? Podría usted entonces pasarse por el domicilio de Constance y hacer cargo de su amigo.
Ustedes son las dos personas que más aprecia, quizá juntos puedan impedir que sobrevenga la crisis. Las próximas semanas serán cruciales para detener el proceso. No lo dejen sólo, no lo abandonen ni un minuto y sobre todo no dejen que se acerque a nadie. Habla muy furiosamente de un tal Lionel...
Mr. Buddy no puedo asegurarle nada, pero si hace lo que le digo puede que tenga una posibilidad de salvar a su amigo. Le deseo mucha suerte.

Suyo afectuosamente,

Dr. J. Mackenzie
Jefe del departamento de neuropsiquiatría.
(Especialista en el tratamiento de trastornos mentales derivados de toxicomanías)
CLÍNICA ESTATAL DE AUSTIN

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