viernes, 14 de marzo de 2008

¡Ah! Siempre las malas lenguas... En el Svensson no paso nada fuera de lo habitual. Al menos no durante la actuación (todavía andamos algo descolocados con este éxito tan repentino).

Pero si es verdad que hubo un pequeño incidente que luego ha sido magnificado...

Todos tenemos un pasado, muñeca. El mio, por ejemplo, esta ligado a mi afición por el juego. Hace dos años que no piso un casino. Me lo tengo prohibido. Tampoco los billares o cualquier entretenimiento que esté vinculado con las apuestas.

El de Karl es también un pasado turbulento.

Sin entrar en detalles en su biografía te diré que trabajaba para un traficante... de órganos. Un tipo bien relacionado con varias clínicas de lujo del medio-oeste. Karl estaba encargado, junto con otros, de proporcionarle la "materia prima".

Pues resulta que uno de los habituales del Svensson, un cocinero español que al parecer trabaja en uno de los hoteles del centro de la ciudad, creyó reconocerle como uno de los matones que años atrás intervino en su secuestro y que tuvo por resultado la sustracción de uno de sus riñones. Karl, en realidad, sólo era el chofer. Condujo el vehículo donde la víctima, en compañía de sus secuestradores, fue trasladada hasta la clínica; y de la clínica, una vez realizada la operación, hasta un callejón maloliente de los suburbios, donde lo arrojaron sin miramientos... Cuando, algunos meses después, la organización fue desmantelada, fue condenado a pasar unos años en prisión por su participación en el delito. Ahora es un hombre libre que ha pagado su deuda con la sociedad. Sólo la casualidad ha hecho que ambos coincidieran esa noche en el Club. Estando junto a la puerta, y cuando ya nos íbamos para casa, el español intentó dispararle. Pero Lionel se interpuso logrando desviarle el tiro. El proyectil se incrustó en el culo de una vieja. La policía detuvo al español y de ahí el escándalo, y luego los rumores... Eso es todo.

Seguimos ruta hacia Austin. Estaremos allí dentro de una semana. Así que, como último favor, te pido que lo retengas en tu casa hasta que lleguemos. Y en cuanto a Pamela... las cosas no son siempre lo que parecen. Sobretodo, si como supongo, ya prestaste atención a su entrepierna... Naturalmente, no te estoy sugiriendo que la disfrutes tú también. Aunque, si lo haces, no voy a poner el grito en el cielo, ya que en todo tiene que haber sus compensaciones...

Bueno, pequeña, tengo que dejarte. Hemos de ensayar un poco antes del concierto de esta noche.

Un besazo enorme
Buddy

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